martes, 7 de octubre de 2014

LECTURAS DEL MARTES XXVII DEL T. ORDINARIO 7 DE OCTUBRE NUESTRA SEÑOR DEL ROSARIO (BLANCO)


María escogió la mejor parte y nadie se la quitará.





ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Lc 1, 28. 42)

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, y con la intercesión de la santísima Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Quiso revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara entre los paganos.

De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 1, 13-24


Hermanos: Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas.

Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo. Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo único que habían oído decir de mí era: "El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a Dios por mi causa. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 138 

R/. Condúceme, Señor, por tu camino.

Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R/.

Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.

Conocías plenamente mi alma, no se te escondía mi organismo, cuando en lo oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.



ACLAMACIÓN (Lc 11, 28) 

R/. Aleluya, aleluya.

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor. R/.


Marta lo recibió en su casa. - María escogió la mejor parte.

Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 38-42


En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".

El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Haz, Señor, que los dones que te presentamos nos dispongan debidamente y que recordemos de tal manera los misterios de tu Unigénito, que nos hagamos dignos de sus promesas. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de santa María Virgen.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 1, 31)

El ángel Gabriel dijo a María: Vas a concebir y dar a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, quienes en este sacramento anunciamos la muerte y resurrección de tu Hijo, asociados a su pasión, merezcamos también gozar de su consuelo y participar de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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