domingo, 26 de enero de 2014

LECTURAS DEL DOMINGO III DEL T. ORDINARIO 26 DE ENERO


"Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos".






ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 95, 1. 6)

Canten al Señor un cántico nuevo, hombres de toda la tierra, canten al Señor. Hay brillo y esplendor en su presencia, y en su templo, belleza y majestad.

ORACIÓN COLECTA

Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Los que andaban en tinieblas vieron una gran luz.

Del libro del profeta Isaías: 8, 23-9, 3


En otro tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí; pero en el futuro llenará de gloria el camino del mar, más allá del Jordán, en la región de los paganos.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano, como en el día de Madián. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 26 

R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R/.

Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia. R/.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R/.


Que no haya divisiones entre ustedes.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1, 10-13. 17


Hermanos: Los exhorto, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos vivan en concordia y no haya divisiones entre ustedes, a que estén perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo pensar.

Me he enterado, hermanos, por algunos servidores de Cloe, de que hay discordia entre ustedes. Les digo esto, porque cada uno de ustedes ha tomado partido, diciendo: "Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Pedro, yo de Cristo". ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O han sido bautizados ustedes en nombre de Pablo?

Por lo demás, no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y eso, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 4, 23) 

R/. Aleluya, aleluya.

Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.


Fue a Cafarnaúm y se cumplió la profecía de Isaías.

Del santo Evangelio según san Mateo: 4, 12-23


Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:

Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: "Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos".
Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y los haré pescadores de hombres". Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.

Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Unidos a Jesús, presentémosle al Padre nuestras plegarias.

Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

Por nuestra Iglesia. Que todos los que la formamos sepamos vivir a fondo y con sencillez las Bienaventuranzas de Jesús. Oremos.

Por las personas que sufren alguna discapacidad o enfermedad. Que puedan contar con los recursos sociales y con el apoyo y afecto necesarios para desarrollar todas sus capacidades. Oremos.

Por las personas que se encuentran sin trabajo. Que puedan acceder a trabajos estables que les permitan vivir con dignidad. Oremos.

Por las personas que viven en situación de pobreza.
Que encuentren en nosotros consuelo, generosidad y voluntad de trabajar contra las causas de la pobreza. Oremos.

Por nuestras colonias, barrios y pueblos. Que sean espacios de buena convivencia donde toda persona sea respetada y acogida. Oremos.

Por nosotros, por nuestra parroquia y comunidades. Que seamos capaces de trabajar para acercar el Reino de Dios que nos ama a nuestros vecinos. Oremos. 

Escucha, Padre, nuestra oración, y haz de nosotros buenos seguidores de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, con bondad, los dones que te presentamos y santifícalos por medio de tu Espíritu para que se nos conviertan en sacramento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 8, 12)

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros fuente inagotable de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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